¡BIENVENIDOS!

Estimados amigos:
Actualmente las nuevas tecnologías de la comunicación, nos brindan la posibilidad de hacer oír nuestras voces, nuestras inquitudes y opiniones personales, compartir visiones y puntos de vista con quienes en el mundo entero también desean compartir las suyas. Leer, escuchar e interactuar con otros seres humanos distantes o cercanos en cualquier punto del planeta. Esto es algo que personas como yo, pertenecientes a otra generación, nunca soñamos que fuera posible. Ser protagonistas y partícipes activos de nuestra sociedad mundial, sociedad que por otro lado se presenta en crisis, es una oportunidad insoslayable para aprender, enriquecernos y crecer. Esa es la idea de este blog. Gracias por pasar por mi humilde y virtual espacio. Si hay algo aquí, por minúsculo que sea, que pueda serles de utilidad, la pretensión de éste modesto cantor, no habrá sido en vano.

Cordialmente: ALEJANDRO REYES.

lunes, 20 de mayo de 2013

Cancionero legendario: GRACIAS A LA VIDA de Violeta Parra.

VIOLETA PARRA (CHILE 1917 – CHILE 1966)

Le dio gracias a la vida pero se suicidó poco tiempo después. Ésta canción fue una de sus últimas obras entre tantas que compuso. Su vida fue un via-crucis, una de las más dramáticas  conocidas en el ambiente de la  música popular del continente. Violeta Parra  sufrió la pobreza,   el abandono, el desamor, la muerte de una hija pequeña (mientras ella se encontraba del otro lado del mundo en una gira) y en su controvertida trayectoria como  artista, fue humillada, ignorada y traicionada, sin embargo,  su obra poética y musical elaborada sobre la base del folklore de Chile y Latinoamérica, es una de las más fecundas. 


Al igual que Atahualpa Yupanqui, fue una recopiladora del folklore anónimo. Chile, guarda un acervo cultural que hoy es imperecedero y que recoge un patrimonio histórico nacional  para las generaciones futuras, gracias a su sacrificada  labor de recopilación folklórica.
Parra nació en Ñuble una remota población del sur de Chile en 1917.  En los años de la infancia aprendió a cantar y a tocar la guitarra y tempranamente salió a la escena profesional para poder ganarse la vida, cantando y tocando en la calle, en bares y cantinas. Su amor por el folklore la llevó a realizar programas de radio y comenzó a investigar y recopilar canciones en las alejadas villas y villorios campesinos. Con un pequeño grabador, lápiz y cuaderno, Violeta recorrió su país de sur a norte para registrar las voces y las canciones de los cantores y artistas anónimos, recuperando así de esa manera una cultura ancestral muy antigua,  y redescubriendo la identidad ignorada de toda una región continental. En paralelo con esta labor iría despertando en ella su talento para la autoría y la composición.


Pero además, Violeta fue ceramista, artesana y artista plástica. Llegó a exponer nada  menos que en el Louvre de Paris  y pese a que ya era una artista increíble por esos años, fue ignorada por las esferas académicas y las autoridades y personalidades de su país que poco o casi ningún corte le otorgaron. Fue un ser humano noble y grande en toda su dimensión y no usó el arte para su propio peculio, sino que comprendió que un don debe ser usado para ennoblecer la vida y ayudar al prójimo. De esta manera toda su obra está comprometida con los débiles del mundo. Violeta Parra es un ejemplo en Latinoamérica de la pureza de un verdadero artista popular sin disfraces ni demagogias para ganarse el aplauso fácil y la fama mitológica.



Violeta Parra viajó por muchos países sobre todo de Europa intentando difundir su arte popular en una época dura y difícil, con recursos escasos y precarios, cuando la tecnología a favor de la comunicación y las artes recién comenzaba a llegar a las clases populares de la sociedad. Fue dejando grabaciones desparramadas aquí y allá. Muchas de ellas verían la luz recién después de su muerte, otras,  se hicieron más populares con el correr del tiempo gracias al trabajo de difusión  que de su legado llevaron a cabo sus hijos también cantantes y artistas, Isabel y Ángel respectivamente.
Si bien hay una cantidad considerable de canciones que en la actualidad se siguen cantando y que las nuevas generaciones de  intérpretes de todas partes continúan versionando de la obra de Violeta, que es inmensa, es sin duda “Gracias a la vida” que la identifica como ningúna, y es para el cancionero continental una obra que nos enorgullece como latinoamericanos. Tanto en su tesitura musical como en su letra, es una canción de connotaciones universales. La Parra dueña de un talento inspirado como pocos, llegó a ese álgido punto de la creación popular donde el artista encuentra el pasaje hacia el inconsciente colectivo de todos los pueblos y de todas las gentes. “Gracias a la vida” es la canción popular por excelencia, es lo que cualquier ser humano en cualquier  parte del mundo hubiera querido decir y expresar bellamente, y fue Violeta Parra la que plasmó en el pentagrama ese gracias inconmensurable que todos queremos expresar en determinados momentos de la existencia y por diferentes e innumerables razones. La canción además de inspirada en su temática, tiene una melodía muy dúctil y dulce, lo que la hace sumamente atractiva para la interpretación instrumental, de este modo es que la han llevado a la grabación orquestas y filarmónicas de todo el mundo y muy prestigiosas como Richard Clayderman entre muchos otros.
La grabación original de "Gracias a la vida" la haría la autora chilena en el año 1966 para discos RCA. El  álbum que además contiene canciones insoslayables de su extensa obra se tituló paradojalmente: “Las últimas composiciones de Violeta Parra”

Gracias a la vida por VIOLETA PARRA - Versión Original 1966.
 (Violeta Parra)

jueves, 9 de mayo de 2013

Una obra maestra: El Ruiseñor y la rosa de Oscar Wilde

El Ruiseñor y la Rosa,   más que un cuento, es una obra maestra de la literatura, creación del afamado escritor británico OSCAR WILDE  


Basado en la leyenda de que El Ruiseñor canta hasta morir, el ruiseñor del cuento de Wilde realiza un sacrificio inaudito entregando su propia vida para crear una rosa roja, y así, de esta manera, lograr el sueño de un estudiante enamorado, quien necesitaba una rosa roja,  pues la jovencita que lo deslumbraba  se la había solicitado como prenda para asistir con él al baile de esa noche. Pero  en el jardín no habían rosales de rosas rojas, solo algunos de flores blancas y amarillas. El Ruiseñor escuchó los lamentos del estudiante  y encarnado de su pasión se dispuso a conseguir para él una rosa roja. Entonces,  despues de infructuosa búsqueda,  un rosal que ya no florecería por la cercanía del invierno, le deja saber al pajarillo que sí existía una manera de conseguir aquella flor:





"-Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía."


EL RUISEÑOR Y LA ROSA (Cuento)
*Oscar Wilde.

-Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín.

Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.

-¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante.

Y sus bellos ojos se llenaron de llanto.

-¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja.

-He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente.

-El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón.

-He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro.

-Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle.

Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba.

-¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada.

-Si, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.

-Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue.

-Llora por una rosa roja.

-¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería!

Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor.

De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.

Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.

En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados antes de que llegue el segador con la hoz. Ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante, y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.

-Dame una rosa roja -le gritó-, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el arbusto meneó la cabeza.

-Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré más rosas este año.

-No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?

-Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.

-Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso.

-Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.

-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?

Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque.

El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.

-Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.

El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros.

Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.

-Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!

Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina.

Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz.

"El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¿Que lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!"

Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada.

Al poco rato se quedo dormido.

Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas.

Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche.

Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.

Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.

Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora.

La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago.

Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fluyó más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y de una virgen.

Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida.

Pero las espinas no habían llegado aún al corazón del ruiseñor; por eso el corazón de la rosa seguía blanco: porque sólo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa.

Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó aún más contra las espinas, y las espinas tocaron su corazón y él sintió en su interior un cruel tormento de dolor.

Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba.

Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón.

Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.

Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta.

Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo.

La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba.

El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos.

El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.

-Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa.

Pero el ruiseñor no respondió; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas.

A medio día el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera.

-¡Qué extraña buena suerte! -exclamó-. ¡He aquí una rosa roja! No he visto rosa semejante en toda vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe tener en latín un nombre muy enrevesado.

E inclinándose, la cogió.

Inmediatamente se puso el sombrero y corrió a casa del profesor, llevando en su mano la rosa.

La hija del profesor estaba sentada a la puerta. Devanaba seda azul sobre un carrete, con un perrito echado a sus pies.

-Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero.

Pero la joven frunció las cejas.

-Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores.

-¡Oh, qué ingrata eres! -dijo el estudiante lleno de cólera.

Y tiró la rosa al arroyo.

Un pesado carro la aplastó.

-¡Ingrato! -dijo la joven-. Te diré que te portas como un grosero; y después de todo, ¿qué eres? Un simple estudiante. ¡Bah! No creo que puedas tener nunca hebillas de plata en los zapatos como las del sobrino del chambelán.

Y levantándose de su silla, se metió en su casa.

"¡Qué tontería es el amor! -se decía el estudiante a su regreso-. No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada; habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente, no es nada práctico, y como en nuestra época todo estriba en ser práctico, voy a volver a la filosofía y al estudio de la metafísica."

Y dicho esto, el estudiante, una vez en su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer.

OSCAR WILDE

miércoles, 8 de mayo de 2013

AMERICA LATINA TAJO ABIERTO (Documental)

www.clavedelsur.com

Documento audiovisual
 

UN DOCUMENTO IMPERDIBLE
¿Es como dicen los gobiernos y las multinacionales mineras que no contaminan ni destruyen el ambiente con la extracción de minerales?
¿Los gobiernos de los países del continente les ponen límites a estas empresas o son lobistas de las mismas?
¿La actividad de la mega-minería a cielo abierto trae progreso a las poblaciones
donde se desarrolla la actividad ? ¿ O es un despojo que sólo deja muerte y miseria? ¿ Quienes están detrás de estas empresas multinacionales?
¿La lucha contra esta actividad es de unos pocos pseudo-ambientalistas que se niegan al "progreso" o es una rebelión de los pueblos desde México a la Argentina por la defensa de la vida?
Estos y otros interrogantes son contestados en este documento audiovisual que hemos realizado en Claves del Sur.
LA REBELIÓN QUE RECORRE LATINOAMERICA

 www.clavedelsur.com

domingo, 5 de mayo de 2013

Primera carta a un joven poeta de Rainer Maria Rilke

Rainer Maria Rilke (también Rainer Maria von Rilke) (4 de diciembre de 1875, en Praga, Bohemia, República Checa (a la sazón Imperio Austrohúngaro) - 29 de diciembre de 1926, en Val-Mont, Suiza) es considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal.



París a 17 de Febrero de 1903.

Muy distinguido señor: Hace sólo pocos días que me alcanzó su carta, por cuya grande y afectuosa confianza quiero darle las gracias. Sabré apenas hacer algo más. No puedo entrar en minuciosas consideraciones sobre la índole de sus versos, porque me es del todo ajena cualquier intención de crítica. Y es que, para tomar contacto con una obra de arte, nada, en efecto, resulta menos acertado que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a unos equívocos más o menos felices.
Las cosas no son todas tan comprensibles ni tan fáciles de expresar como generalmente se nos quisiera hacer creer. La mayor parte de los acontecimientos son inexpresables; suceden dentro de un recinto que nunca holló palabra alguna. Y más inexpresables que cualquier otra cosa son las obras de arte: seres llenos de misterio, cuya vida, junto a la nuestra que pasa y muere, perdura.
Dicho esto, sólo queda por añadir que sus versos no tienen aún carácter propio, pero sí unos brotes quedos y recatados que despuntan ya, iniciando algo personal. Donde más claramente lo percibo es en el último poema: "Mi alma". Ahí hay algo propio que ansía manifestarse; anhelando cobrar voz y forma y melodía. Y en los bellos versos "A Leopardi" parece brotar cierta afinidad con ese hombre tan grande, tan solitario. Aun así, sus poemas no son todavía nada originales, nada independientes. No lo es tampoco el último, ni el que dedica a Leopardi. La bondadosa carta que los acompaña no deja de explicarme algunas deficiencias que percibí al leer sus versos, sin que, con todo, pudiera señalarlas, dando a cada una el nombre que le corresponda.
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí, como antes lo preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Pues bien -ya que me permite darle consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio de ese apremiante impulso. Acérquese a la naturaleza e intente decir, cual si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte, brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general. Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuanto vive en el recuerdo.
Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural riqueza: trozo y voz de su propia vida.
Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro. Por eso, muy estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste: adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde mana su vida. En su venero hallará la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones. Acaso resulte cierto que está llamado a ser poeta. Entonces cargue con este su destino; llévelo con su peso y su grandeza, sin preguntar nunca por el premio que pueda venir de fuera. Pues el hombre creador debe ser un mundo aparte, independiente, y hallarlo todo dentro de sí y en la naturaleza, a la que va unido.
Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho, sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá sido inútil : en todo caso, su vida encontrará de ahí en adelante caminos propios. Que éstos sean buenos, ricos, amplios, es lo que yo le deseo más de cuanto puedan expresar mis palabras.
¿Qué más he de decirle? Me parece que ya todo queda debidamente recalcado. Al fin y al cabo, yo sólo he querido aconsejarle que se desenvuelva y se forme al impulso de su propio desarrollo. Al cual, por cierto, no podría causarle perturbación más violenta que la que sufriría si usted se empeñase en mirar hacia fuera, esperando que del exterior llegue la respuesta a unas preguntas que sólo su más íntimo sentir, en la más callada de sus horas, acierte quizás a contestar.
Fue para mí una gran alegría el hallar en su carta el nombre del profesor Horacek. Sigo guardando a este amable sabio una profunda veneración y una gratitud que perdurará por muchos años. Hágame el favor de expresarle estos sentimientos míos. Es prueba de gran bondad el que aun se acuerde de mí, y yo lo sé apreciar.
Le devuelvo los adjuntos versos, que usted me confió tan amablemente. Una vez más le doy las gracias por la magnitud y la cordialidad de su confianza. Mediante esta respuesta sincera y concienzuda, he intentado hacerme digno de ella: al menos un poco más digno de cuanto, como extraño, lo soy en realidad.
Con todo afecto y simpatía,
Rainer Maria Rilke.

El Jesús del Facebook



No es mi intención con este artículo herir susceptibilidades.
Respeto todas las posturas, ideas y creencias.
Tampoco se trata éste, de un tema religioso, sino más bien de un análisis sobre el sentido común y el rigor histórico.



Tengo que expresar, por una cuestión de honestidad conmigo mismo, que me rechinan todos  los huesos y las viseras cuando veo por  las redes "ése Dramático y sobre todo Fúnebre Jesús que a veces circula por  Facebook y por otras redes sociales; el  pobrecito, anda mendigando un “me gusta" y un "compárteme, por favor",  casi suplicando por piedad el rincón de un muro. Colgado de la cruz y por lo general   patéticamente ensangrentado. Imágenes cargadas de morbosidad y mal gusto.

Seguramente, y lo digo con todo  respeto, quienes recuerdan a Jesús de ese modo y lo representan y caricaturizan de esa manera,  nunca han leído los evangelios, y si los leyeron, no percibieron el carácter del personaje en cuestión. Y no hablo aquí  de subjetividades religiosas, sino de plenas objetividades de apreciación lisa y llana.

Entonces la pregunta es obvia: Si en definitiva la mayoría de los que dicen creer en Jesús también creen  que al fin resucitó, que al fin venció a la muerte, ¿cómo pueden recordarlo y evocarlo colgado eternamente de la cruz?, lleno de dolor y de heridas, padeciendo, siempre padeciendo. Y me pregunto también: ¿Cómo se recuerda a un gran héroe?  ¿Vertiendo sangre por su heridas, doblado en sus estertores,  sufriendo   el fracaso de una batalla?, o por el contrario ¡Victorioso y en la cumbre de su gloria!

Cuando cualquiera de nosotros evocamos y recordamos a  una persona querida que ya se ha muerto,  ¿Cómo lo  hacemos? ¿Acaso llenamos nuestra casa con fotos  de esa persona el día de su sepelio yaciendo en su ataúd?  ¡No creo! Si así fuera seguramente estaríamos muy enfermos. Nadie hace eso ni podría soportarlo.
Por el contrario ponemos fotos de sus mejores momentos y lo recordamos en su plenitud. ¿Por qué entonces insistimos en  recordar a Jesús de ésta funeraria y espeluznante manera?

En todo caso, creo que El Gran Vencedor de la Muerte no se merece para nada que lo recordemos  ¡Muerto!,  o peor aún, ensangrentado y moribundo.


En La última cena, cuando Jesús lava los pies a todos sus discípulos, comparte el pan y el vino. Este es uno de  los episodios más bellos de la vida de Cristo. Allí pone de manifiesto que es  el servicio  a los demás el ejemplo a seguir, y por último, que el compartir las cosas simples de la vida,  la mesa, el pan, el vino y la amistad, con las  personas queridas,  es de verdad compartir. A la postre les dice a sus discípulos, "Haced esto en conmemoración mía"
Se puede pretender entonces  que un espíritu de tal nobleza hubiera preferido o estaría contento que sus seguidores en vez de recordarlo con ese altísimo ejemplo de  amor, solidaridad,   fraternidad y  amistad, ¿lo hicieran desde el dolor, y la morbosidad de sus  momentos más desgraciados? No creo.

Por otro lado, mostrar a Jesús pidiendo por favor un "Compárteme si crees en mí”,  o cosas por el estilo, es mostrar  una caricatura pusilánime y falta de valor, todo lo contrario al carácter de Jesús quien nunca suplicó  piedad para sí  mismo, porque no era un perdedor ni un  debilucho, sino todo lo opuesto. Se recordará que nunca se quejó ni  rechazó su destino, más bien que lo afrontó con la más digna valentía y sin recular ni un solo paso.

Jesús no solo no fue un personaje para nada frágil y endeble, sino que supo demostrar arrojo  e indignación frente a la injusticia. Aquel Profeta, se enfrentó a  los  más grandes y sanguinarios poderes de la tierra sin un solo gesto de temor. ¿Cómo puede tamaño Héroe andar circulando por ahí como un pobre tipo que pide por piedad que  le abran la puerta?

En el episodio donde El Nazareno entra al templo y desafía a los mercaderes, ¿se puede pensar que aquel haya sido la actitud de un personaje timorato?

Cuentan los evangelios que encontró a los mercaderes negociando,  vendiendo, comprando y  cambiando moneda (Usura), entonces tomó un látigo y desparramando las mesas de los cambistas y los vendedores de animales  para el sacrificio les plantó en plena cara: "Escrito está, La casa de mi Padre, es casa de oración, pero ustedes la han  convertido en una cueva de ladrones"
¿Acaso nos hacemos  idea a lo que se enfrentaba Jesús con esa actitud y ese desafío  frontal? Nada menos que al poder político y económico del GRAN SANEDRÍN. Algo así como si alguien en esta  época entrara en la casa central del FMI o EL BANCO MUNDIAL y los tratara a todos  de ladrones y falsarios en su propia cara y encima les volteara a latigazos los escritorios. ¿Qué creen que le sucedería a esa  persona a los pocos minutos? Lo mismo hizo Jesús y no le tembló el pulso. ¿Se puede comparar a ese Jesús con  el pobre tipo de algunas de las caricaturas que aparecen en  facebook?

No se recuerda en ningún evangelio a un Jesús implorando por los caminos que por favor creyeran en él, todo lo contrario. Instó muchas veces a que el hombre creyera en sí mismo y en su propia voluntad. Dijo: “Aspirad a ser perfectos como vuestro Padre que está en los cielos” “Aspirad  a ser como Dios” Si eso no es insuflar en los hombres la fe en su propio esfuerzo y voluntad ¿qué es?  Solía decir a los que le solicitaban su intermediación: “Tu fe te ha salvado", “Hágase según tu fe”.

Y en definitiva es la fe de uno mismo la que cura o salva, no la del otro. Si uno no tiene su propia fe y su propia voluntad nadie puede hacer nada, ni siquiera DIOS, porque DIOS no coarta, muy por el contrario, libera.

Jesús  afirmó: “Buscad la verdad, pues solo la verdad os hará libres" 

No, amigos, ciertamente,  Jesús no era un pobre mendicante de fe. Él mismo decía: "El que tenga oídos para oír, que oiga"

Podría seguir citando ejemplos para analizar que esas  fúnebres y dramáticas caricaturas que aparecen de Jesús no  condicen con el carácter, la personalidad, el temple, el talante, y el genio del personaje que cuentan los evangelios, pero creo que con lo anteriormente citado me alcanza para expresar lo que deseaba comunicar.

Por último quiero  dejar bien claro, que yo no soy un gran creyente, sino un eterno  "dudante". No escribo esto para demostrarle nada a nadie y cada uno puede creer,  hacer y pensar lo que le plazca (Obvio), yo no lo juzgo, no soy quién,  ni es de mi incumbencia. En cambio, escribo esto porque no me cierra que existan cuatro evangelios que narran la historia de Jesús (sin mencionar los apócrifos) y que se  los tome tan poco en serio a la hora de evocarlo de alguna manera. Y  más allá de que mucha gente crea que  Jesús haya sido o no un ser divino, es una figura histórica digna de tener en cuenta por su alto ejemplo de humanidad, y entonces me parece que es una gran distorsión de todo su mensaje central toda esta patética forma de representarlo y recordarlo. Si en verdad deseamos acercar a los demás a Jesús, invitémoslos a que lean Los Evangelios y muchos otros estudios serios de rigor científico y religioso sobre su vida y su obra, y que cada uno saque sus propias conclusiones sobre bases firmes, pero por favor no lo sigamos crucificando a diario una y otra vez.

Deberíamos, me parece  a mí, tener más conciencia de que nuestros mensajes a través de las redes llegan a miles de personas, y sobre todo de personas jóvenes, y entonces hacer una  previa evaluación al tomar personajes tan importantes para la historia y no hacerlo de una manera tan facilista y liviana, actitudes éstas que se parecen mucho a los  ejemplos a los que nos tienen acostumbrados los medios masivos de comunicación, donde hasta las cosas más sagradas son manoseadas sin ninguna ética en corrillos de chismes baratos. Aquí no se trata de creencias religiosas, sino de un mínimo de respeto y veracidad ante la historia y la búsqueda de la  verdad.

Alejandro Reyes – Mayo de 2013.